Crisis como la que ahora estamos viviendo y padeciendo permiten ver con mucha más claridad que antes la importancia de la ética profesional. Hemos sido testigos en estos pasados meses de la respuesta ante esta crisis de distintos grupos humanos. Los trabajadores sociosanitarios han dado a toda la sociedad un ejemplo de ética profesional, atendiendo a los pacientes incluso cuando las medidas de protección que debían haberles facilitado otros, no llegaron o fueron insuficientes. La consecuencia es que, en el caso concreto de España, según datos del Ministerio de Sanidad, hasta el 29 de octubre se habían contagiado 73.165 profesionales y los fallecidos eran 76 sanitarios a 5 de junio. Una auténtica catástrofe. Y ello sin un mal gesto o una mala cara. Sabían que atender a los enfermos era su obligación, y lo hicieron aun a riesgo de su propia vida.