He leído con interés la carta enviada por los doctores José F. Solsona Durán y José M. Campos Romero, en relación al artículo “Ética en situación de catástrofe sanitaria: COVID e ingreso en UCI”, publicado en su prestigiosa revista. En dicha réplica se aportan diferentes reflexiones que enriquecen notablemente el contenido y la deliberación ética del caso.


Analizando las reflexiones que se aportan, creo también que el documento sobre decisiones que publicó la SEMICYUC es actualizable en diferentes aspectos: la incorporación de factores pronósticos que hoy sí conocemos o la incorporación de escalas objetivas de gravedad individualizadas y estandarizadas al COVID. Hemos vivido, desgraciadamente, que no pocos compañeros de especialidad esgrimían supervivencias del paciente COVID en sus UCIs, bien de forma general o bien asociada a medidas que después no han encontrado soporte científico, sin desgranar factores concomitantes que sí condicionan directamente la mortalidad, como la ventilación mecánica invasiva, el uso de soporte vasoactivo, la necesidad del soporte con técnicas de depuración renal, la obesidad o la inmunodepresión. Con posterioridad, la vacunación está suponiendo el factor determinante de la supervivencia y, por tanto, de la futilidad de determinadas medidas en ciertos grupos de pacientes. Falta, en mi opinión, un análisis retrospectivo y riguroso, multifactorial de mortalidad asociada a COVID que aporte claridad a esas escalas individualizadas.